Miguel Abrahantes no es un cienfueguero común y corriente. Este ingeniero electrónico, oriundo de Cumanayagua, Cuba, hoy diseña robots para la agencia espacial más reconocida del mundo: la NASA. Pero su camino hacia las estrellas no ha sido sencillo, ha requerido de perseverancia, tenacidad y una sed insaciable de conocimiento.

Abrahantes llegó a los Estados Unidos en el año 2000, un inmigrante que no hablaba inglés, pero cargado de sueños y aspiraciones. Con la enseñanza de su padre, quien siempre le inculcó que el estudio era la única vía para triunfar en la vida, Miguel se enfrentó al desafío de una nueva vida en un país desconocido.

En medio de la adversidad, su espíritu de superación nunca flaqueó. Mientras trabajaba por la noche en Lacks Enterprises INC, Abrahantes tomaba cursos de inglés durante el día, demostrando una determinación inquebrantable.

Tras haber completado su preuniversitario en la Escuela Vocacional Ernesto Ché Guevara en Santa Clara, Cuba, y un doctorado en Ingeniería de Sistemas y Control en la Universidad Nacional del Sur de Argentina, su experiencia académica robusta lo llevó a ser profesor asociado de ingeniería electrónica en Hope College de Grand Rapids. Aquí, se destacó como uno de los profesores mejor valorados, evidenciando que su talento y capacidad para inspirar no conocían fronteras.

En colaboración con sus estudiantes, Miguel logró un hito en su carrera entre 2006 y 2007: el nacimiento del robot TetWalker. Este robot fue diseñado para explorar Marte y otros planetas, expandiendo así el alcance de la investigación espacial.

Pero aunque Abrahantes se ha hecho un nombre en el extranjero, nunca ha olvidado sus raíces. La añoranza por su tierra natal se evidencia en el pequeño Cumanayagua que ha reconstruido en su hogar en el suburbio de Allendale de Grand Rapids, Míchigan. Árboles frutales y gallinas, reminiscencias de su hogar en Cuba, adornan su jardín y sirven como un recordatorio constante de su humilde origen.