En una reciente intervención durante una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional de Cuba,  Miguel Díaz-Canel afirmó que las preocupaciones y desafíos que enfrenta el pueblo cubano están siendo debatidos abiertamente y con compromiso en el Parlamento.

Díaz-Canel expresó su convicción de que se está presenciando una nueva etapa en el funcionamiento de la Asamblea, caracterizada por una discusión franca y comprometida de los asuntos que más preocupan a los ciudadanos. No obstante, estas afirmaciones no han estado exentas de polémica. Varios ciudadanos han manifestado su escepticismo y han cuestionado la legitimidad de un Parlamento que, en su opinión, ha tardado demasiado en atender directamente los problemas del pueblo.

Además de esta declaración, el líder cubano mantuvo su postura de que su gobierno está haciendo esfuerzos para erradicar las desigualdades sociales, pese a que la pobreza continúa creciendo en el país. En el mismo discurso, criticó a los medios de comunicación independientes y apuntó a influencias externas, aludiendo al «imperio», como causantes de los problemas actuales que sufre Cuba.

En lo que respecta a la seguridad en la isla, Díaz-Canel negó la responsabilidad del gobierno en los episodios de violencia, atribuyéndolos a una supuesta maquinación orquestada desde el exterior para generar una sensación de inseguridad. Sin embargo, publicaciones en las redes sociales, incluso de perfiles oficialistas, reflejan la realidad de los frecuentes incidentes de robos y violencia.

Otro tema sensible abordado por Díaz-Canel fue el incremento de los casos de feminicidio en la isla. El presidente cubano intentó minimizar la gravedad de la situación, acusando a organizaciones independientes de exagerar la magnitud del problema. No obstante, se han confirmado 53 muertes de mujeres en lo que va de año, una cifra alarmante que evidencia la gravedad de la situación.

Estos temas, discutidos durante la intervención de Díaz-Canel, ilustran la complejidad de la coyuntura social y política actual en Cuba. A pesar de las promesas gubernamentales de discusión abierta y comprometida, el camino hacia un verdadero diálogo y la implementación de soluciones efectivas parece aún largo y lleno de desafíos.