La señora María Santiesteban Portuondo, cuya situación de vulnerabilidad y lucha por la supervivencia conmovió a muchos en las redes sociales, ha expresado su profunda gratitud ante la oleada de solidaridad que ha mejorado significativamente su calidad de vida. Con una generosidad que traspasó fronteras, la colaboración colectiva, liderada por el humorista y activista Limay Blanco, resultó en un significativo acto de apoyo que permitirá la necesaria reparación de su hogar.

A través de una emotiva publicación en su perfil de Facebook, doña María compartió su alegría y satisfacción por el gesto humanitario que le permitirá, finalmente, vivir con la dignidad que merece. El post incluye una mención especial a Blanco, quien se convirtió en un puente entre la bondad de desconocidos y las necesidades de María, resultando en la recaudación de 277,250 MN para la restauración de su residencia, una suma que se materializó tras una inspiradora campaña de recaudación de fondos.

En comunicación con la agencia CubaNet, María reforzó su agradecimiento, destacando la participación de la «maravillosa comunidad internacional» en este acto de generosidad. Esta comunidad, según sus propias palabras, ha mostrado más humanidad y empatía que cualquier institución oficial de su tierra natal en lo que a sus necesidades se refiere.

María, de 76 años, rememoró el momento en que su vida tomó un rumbo inesperado — cuando fue excluida de su formación médica en los años 60 por un régimen que la acusaba de poseer una «actitud apática». Esta exclusión marcó el comienzo de una vida marginada y dificultosa, en una vivienda que desde 1984 ha venido deteriorándose, quedando en el abandono y sin posibilidades de reparación.

La odisea de María Santiesteban capturó la atención del público a finales de mayo, cuando, en una emotiva transmisión en directo a través de Facebook, compartió las adversidades que enfrentó desde su temprana juventud.

Ahora, con la voz teñida de emoción y el corazón lleno de esperanza, María se despide en su mensaje, subrayando la importancia de la fe y la inesperada, pero bienvenida, intervención humana en su vida: «Estoy plenamente satisfecha y feliz».

El impacto de la historia de María es un recordatorio potente de las heridas que han marcado a muchos durante décadas, pero también es un testimonio del poder de la solidaridad y el cambio positivo que puede nacer de la compasión colectiva.