La alegría, un sentimiento tan sano y universal, ha perdido su lugar en la vida cotidiana de los cubanos. Hace 11 años, se propuso que el 1ro. de agosto fuera el Día Mundial de la Alegría, pero en Cuba esta fecha no es mencionada. Antes, la Isla era sinónimo de alegría, con risas, música y jaranas constantes, pero con el paso del tiempo, este ánimo ha ido desvaneciéndose hasta casi desaparecer.
La alegría suele estar asociada a la esperanza, las satisfacciones y las buenas noticias, elementos que han ido desapareciendo para muchos cubanos bajo el régimen totalitario. La falta de libertad y el estado de terror impuesto han llevado a que la alegría genuina y espontánea sea un bien escaso en la vida de los cubanos.
Hoy en día, la alegría se ha vuelto un lujo y no es fácil encontrar rastros auténticos de esta emoción en la Isla. Las celebraciones alegres están ausentes, y cualquier atisbo de contentura parece estar relacionado con el consumo de alcohol o sustancias similares. La verdadera alegría, aquella que disfrutan otras naciones en fechas como el Día Mundial de la Alegría, se ha alejado del alcance de los cubanos, quienes añoran tiempos en los que la felicidad era parte natural de su vida diaria.